Sobre los sofistas se sabe que este movimiento apareció en Grecia en el siglo V a.C. y en parte envileció y rebajo la filosofía a simples opiniones cuyo único objetivo era convencer, olvidándose de la verdad; aunque hubieron destacados sofistas como Protágoras de Abdera y Gorgias de Leontinos.
Lo bueno de la actitud sabionda sofista fue que cambió el horizonte griego para volver la mirada al hombre después de varios siglos intentando explicar el cosmos. Esta nueva perspectiva nace de la polémica que mantuvo Sócrates con los sofistas acerca de problemas éticos y morales, es decir, relativos al ser, al hombre.
Sócrates se preocupa mucho por el hombre el cual tiene como fin supremo en la vida ser virtuoso. Su pensamiento se conoce por medio de los diálogos de Platón, pues Sócrates no escribió nada. Las razones fueron porque según él un libro o discurso es vulnerable ante las críticas y en ese momento no hay alguien que defienda su contenido. Además esto se podría prestar a que algunos escriban sin hacerse responsables de las consecuencias o que los lectores malinterpretaran el escrito. También era muy importante para Sócrates que las personas no crean que en un libro termina toda la indagación intelectual que debe cundir en el ser humano, el mismo que debe buscar la verdad por sí mismo y no de segunda mano. Así pues, fue decisión del maestro no producir nada ya que tenía sus razones bien fundadas, por cierto.
Sobre la transmisión del pensamiento socrático, hubieron dos fuentes principales representadas por dos de sus discípulos: Platón y Jenofonte. Las versiones de estos dos filósofos acerca de su maestro difieren esencialmente en algunos casos, sin embargo, los escritos platónicos son más extensos y sobretodo encumbran al primer gran filósofo griego como el sabio por excelencia.
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