Platón es uno de los tres filósofos más importantes de la antigüedad cuyo aporte más significativo es la concepción de las ideas en oposición a las cosas. Platón descubre que las cosas en sí no son. Por ejemplo, se podría decir que la rama de un árbol es verde cuando en realidad la rama no es completamente verde pues tiene partes más claras y oscuras; es decir, esa rama, con respecto al color, es y no es. En este caso la idea sería la verdura, el color verde en su plenitud, es menester que exista esta idea para que la cosa pueda ser relacionada a esta.
Ahora, la idea es distinta de las cosas, es lo que las cosas aspiran a ser, pero nunca serán. Por esto Platón, con razón dijo que las cosas eran sombras de las ideas. Lo que se ve, en realidad, es la idea y no la cosa. Por ejemplo, al ver un hombre lo defino como tal por tener ya previamente la idea del hombre, pues si el hombre fuera bicéfalo no dejaría de ser hombre, ya que la perfección cualitativa solo se da en la idea. Igual la idea de la blancura es total y perfecta, pero no se muestra como tal en las cosas, por eso al ver un conejo blanco se dice que es de ese color porque se tiene la idea de ese color previamente, pues el conejo no es blanco totalmente ya que, por ejemplo, sus ojos son rojos y sus orejas rosadas. Entonces por qué no se dice que es un conejo rojo o rosado, porque al ver al animal lo primero que se capta es la idea de la blancura. Así, la idea es lo que se ve según Platón.
Por tanto, la idea es lo verdadero y según esto el conocimiento está dentro de nosotros, ya que la idea es previa a la cosa sensible. Por eso, las cosas funcionan como estímulos para recordar lo que ya está en nosotros mismos.
Por cierto, el descubrimiento de las ideas divide la realidad en dos mundos: el de las ideas y el de las cosas sensibles.
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