Tomás de Aquino nació y murió en Italia, vivió entre 1225 y 1274. En 1239 viajó a Nápoles para estudiar las siete artes liberales, el trívium (gramática, retórica y dialéctica) y el quadrívium (aritmética, geometría, astronomía y música). En 1244 conoce a Alberto Magno y toma el hábito de la Orden de Santo Domingo. En 1252, en París, se convierte en maestro de teología. Su muerte se da durante un viaje para asistir al segundo Concilio de Lyon.
Santo Tomás dedicó toda su vida al estudio, teniendo a la religión como motor de su teología y filosofía. Su personalidad afectuosa irradiaba a sus amigos más cercanos. La iglesia lo llamó Doctor Angelicus. Sus obra es copiosa, entre las más importantes están los Comentarios a Aristóteles, los Opúsculos y, la cardinal, la Summa Theologiae.
Su pensamiento versa sobre la dogmática cristiana medieval y, sobretodo, Aristóteles. Hay una oportuna compatibilidad entre estos dos filósofos. Tanto así que sus doctrinas a menudo son equivalentes aunque, finalmente, Santo Tomás subordina la filosofía a la teología.
El problema peripatético fue el relativo al ser; el problema tomista, en cambio, gira en torno a las tres cuestiones de la Escolástica: la creación, Dios y los universales. Es esta, pues, la diferencia. Por tanto, la filosofía de Santo Tomás no solo se funda en el influjo del estagirita, sino también en la Escolástica; es la suma o síntesis de ambas doctrinas.
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