Aristóteles había sido desconocido en occidente hasta el siglo XIII. Antes la filosofía cristiana se había constituido sobre bases platónicas o neoplatónicas, no sin antes luchar con la filosofía griega para consumar su dogma. En este contexto el pensamiento aristotélico irrumpe en la Edad Media a través de la filosofía árabe y los cristianos tienen que enfrentarse otra vez a nuevas doctrinas.
La metafísica de Aristóteles creó zozobra y sus libros resultaron sospechosos, además estos habían sido mezclados con teorías árabes. En 1210, un concilio provincial en París prohibió que se lean y expliquen las obras de Aristóteles sobre cuestiones naturales. Después el papa Gregorio IX ordenó que se examinen sus obras para que se puedan leer después de ser corregidas. El esplendor del genio griego fue creciendo tanto que en el siglo XIV los legados del papa Urbano V tenían que haber leído a Aristóteles para poder licenciarse en artes.
Fue Santo Tomás quien agrego la filosofía peripatética al pensamiento cristiano. Desde entonces a la Escolástica, donde confluían el platonismo y el agustinismo, se suma el aristotelismo. En estas circunstancias aparecieron las órdenes mendicantes y las universidades.
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